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2016/06/19

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El Abeto Arrogante

Escrito por Henry van Dyke

El poeta Ruckert contó este cuento Que a los niños alemanes dejó contentos. Tiene rima sonara y al azar Como las obras que solían actuar,  Nos lo envió con plena bondad para honrar a los árboles de Navidad.

El pequeño abeto en el bosque creció, Contento y feliz, orgulloso posó. Su cuerpo era recto y sus ramas muy puras; y en verano e invierno brillaban seguras Desde la cima hasta la raíz, sus ramitas crecían, La hermosa y verde plata eterna florecía.


Su corazón entró en apuro un buen día; Notó que los demás árboles reverdecían. Durante el verano sus hojas abundaban. El abeto sentía sus ramas siempre igual, Y creía que eran simples, las veía muy mal. Entonces los celos nublaron su mente Y se dijo a sí mismo: “¡no es muy decente Que un bello abeto vista tan grotesco!”. Si las hadas preguntaran cómo les parezco, Diría sin duda: me vestiría con decoro Con ropa elegante cubierta de oro. Cayó muy dormido, soñando ser el mejor, Y despertó en la mañana con mucho fulgor Pues cada hoja que en sus ramas tenía Estaba hecha de oro; radiante existía. Les cuento niños: el abeto era arrogante, Su esbelto cuerpo lucía brillante, Batía sus hojas, como llamando la atención Del vendedor ambulante, más bien un ladrón. “Solo mírame, ¿no crees que me veo muy bien? ¿Y no te gustaría un vestido a ti también?” “¡Claro que sí!”, dijo en tono empalagoso, “llenaré mi maletín con tu vestido frondoso”. Escogió con cuidado con las hojas doradas Y dejo al pequeño abeto con las ramas peladas. “¡Oh!, ¿por qué deseé estas hojas de oro? Olvide que para los ladrones son como un tesoro. Si las hadas me dieran una nueva oportunidad, No sería tan ostentoso y querría comodidad: Me sentiría feliz si mi vestido es de cristal”.

Cayó dormido, el cansancio era total. Las hadas concedieron su deseo una vez más; La noche se apagó y todo quedó atrás, Esta vez parecía  un candelabro cristalino Que brillaba con el sol del resplandor matutino; Sus ramas brillaban cubiertas de joyas brillantes. “¡Ajá!,” dijo el abeto, “¡parecen diamantes!”. Y se sostuvo erguido, orgulloso y recto, Pero un viento fuerte lo dejó imperfecto; Imprudentemente y con poco cuidado Sopló sobre las hojas y lo dejó achilado. Las rompió en pedazos y cayeron al piso, Como una ducha planteada, de blando granizo; Y el abeto quedó parado, desnudo ante el vendaval, Su corazón estaba triste por su deseo banal. “Eran hermosas mis hojas de vidrio puro,

Me equivoqué otra vez, por ser inmaduro, Al elegir un vestido tan fácil de romper. Si las hadas pudieran mi deseo conceder,  Les pediría algo bonito y más sencillo: Tal vez un vestido con menos brillo, Hojas de la lechuga me gustaría usar, Las hadas reirán pero les va a fascinar”. ¡Le concedieron su deseo en un instante Con verdes, blandas, fascinantes El abeto fue vestido, delos pies a la cabeza “Lo sabía!” gritó, “parezco de la realeza”. Este es el vestido que mejor me queda, Soy el más elegante de toda la arboleda; Ninguno de los otros es tan atractivo como yo”. Y una cabra que paseaba por casualidad berreó, Oyó su charla sin querer, Y se acercó para entender. “¡Yo pienso lo mismo!”, le dijo al olerlo, “Es el más atractivo, quisiera comerlo; Sus hojas son ricas como el té y galletas, Las comeré todas, sus ramas completas”. Y se alejó rápido, muy llena y sonriendo Dejando al pequeño abeto solo y descubierto. Sin una sola hoja para cubrir sus ramas Gimiendo y llorando, viviendo son ganas. Estaba avergonzado, no podía hablar, Sabía que era un tonto por querer soñar, Rompiendo las reglas de la naturaleza, Escogiendo un vestido con poca delicadeza. Envidió a los otros árboles, todos frondosos, Debido a sus deseos todos ambiciosos; Sería un abeto solitario y poco risueño Vencido además por un profundo sueño. Gimió y lloró en su sueño alterado, Y un nuevo día lo encontró arreglado. Despertó recordando un sueño aburrido, Pues allí estaba en el bosque, con su verde vestido.

¡En medio del bosque un abeto acentuado, De olorosa fragancia sus ramas cargado! ¡Con espigas verdes antes de la tempestad, Feliz y contento, muy ilusionado, De ser el mejor abeto de la Navidad! 
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"Hasta que uno no sienta la verdadera alegría de Navidad, no existe. Todo lo demás es apariencia - muchos adornos. Porque no son los adornos, no es la nieve. No es el árbol, ni la chimenea. La Navidad es el calor que vuelve al corazón de las personas, la generosidad de compartirla con otros y la esperanza de seguir adelante"

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